viernes, 28 de septiembre de 2012

Superrealismo

 24/09/2012 El Periódico Extremadura    FERNANDO VALDÉS


Vivimos en un país superrealista. Al cristo de Borja me remito. El asunto ha tenido una repercusión inusitada. Pero la cosa no es para tomársela a broma, por encima del hecho mismo. Porque, vamos a ver, ¿quién era el responsable de la iglesia y, en definitiva, de la pintura?, ¿quién dio el permiso para “restaurar” y basándose en qué criterios? ¿No me irán a decir que la vocacional restauradora estaba en el uso cabal de sus habilidades? Si las tuvo alguna vez. Esas cosas pueden pasar en las mejores familias, o en las mejores direcciones generales de Patrimonio, pero no quedar impunes. Un ejemplo más próximo: la iglesia de San Agustín, en Badajoz.

Las cubiertas estaban imposibles y, por fin, se hizo un proyecto para repararlas. A cargo de la Junta, como siempre. Las propiedades de la Iglesia son suyas, pero el dinero lo ponen las administraciones; o sea, nosotros. Mientras tanto, un equipo de arqueólogos hace, por su cuenta, un estudio de la iglesia, con permiso de la Junta y financiación pública –alemana- y privada –española-. Se solicitó ayuda oficial española, pero se rehusó. El trabajo de investigación concluyó que el templo actual ocupa el lugar de la antigua mezquita mayor, aunque queden escasos restos para demostrarlo. Los resultados se publicaron en alemán; aquí nadie se brindó. Pues bien, la restauración de las cubiertas se llevó a cabo con los parabienes de la correspondiente comisión técnica. Y, un buen día, alguien se dio cuenta de que, sin estar contemplado en el proyecto y sin pedir informe técnico alguno, se había reformado una capilla y destruido el único resto visible de la mezquita.

¿Quién tomó la decisión de rebasar los límites del proyecto?, ¿qué papel jugó la empresa de Arqueología que hizo los informes de seguimiento?, ¿se informó a la comisión competente del cambio?, ¿por qué nadie dijo nada, conociendo el asunto? Ya ven, unas cuantas preguntas sencillas. Lo de Borja pasó en Badajoz. O algo muy parecido. Y todos callados. El arqueólogo que investigó podía no tener razón, pero sus argumentos son públicos, ¿cuáles son los de la comisión consultiva? O fue una destrucción intencionada para borrar todo vestigio de la mezquita. Celebren ustedes al-Mossasa tranquilos y felices y creen, incluso, otro botellón conmemorando el reino taifa de Bataliús.

1 comentario:

marta dijo...

Pues eso, sin comentarios...