miércoles, 25 de febrero de 2009

Los moriscos de Hornachos

Foto : Pueblo de Hornachos
El Faro Digital , Antonio Guerra Caballero
lunes, 23 de febrero de 2009
Hornachos es una pequeña población de la provincia de Badajoz, que se encuentra situada en la comarca extremeña llamada Tierra de Barros, en la parte suroeste de la Comunidad Autónoma de Extremadura, próxima a Villafranca de los Barros, comarca ésta bastante fértil. El año 2007 Hornachos alcanzaba los 3.829 habitantes, y el municipio está ubicado en la llamada Sierra Grande, entre dos valles, llamados el de los Moros y el de los Cristianos.
Su casco urbano se asienta sobre la ladera sur de dicha sierra, en un emplazamiento escabroso de extraordinaria grandiosidad y belleza paisajística, configurándose a modo de como si fuera una gran espina dorsal que traza la divisoria entre Tierra de Barros y la otra comarca extremeña limítrofe conocida por La Serena, y también llegó a dividir los que en tiempos de Taifas fueron los reinos árabes de Badajoz y Toledo.
Desde sus alturas se divisan unas preciosas panorámicas en todos los territorios circundantes. A finales del siglo XVI la población estuvo rodeada por un cerco amurallado en el que vivieron más de 10.000 habitantes, que constituyeron uno de los focos moriscos más importantes de España, algunos de los cuales eran los viejos mudéjares o musulmanes que, cuando el año 1234 la población fue reconquistada por la Orden de Santiago, pues buena parte de sus habitantes musulmanes se quedaron a vivir con la nueva población cristiana, mientras que otros grupos moriscos llegarían después entre la segunda mitad y finales del siglo XVI, concretamente, hacia 1569-1570 llegaron los procedentes de la llamada Hoya de Málaga, Vélez-Málaga, Marbella y Serranía de Ronda; aunque otros también llegaron de la provincia de Granada, cuando unos y otros fueron deportados desde estas últimas zonas hacia las de Extremadura y Galicia. Todavía hoy la localidad conserva huellas muy marcadas de su pasado morisco, a través de su casco antiguo, cuyas empinadas y tortuosas calles se conservan formadas por casas antiguas que datan de aquella época, con sugestivos rincones pintorescos como los que forman las de Chamorro, Francisco, Peña, Enfermería, Plata, Tellada, Larga, Gata, Hogueras, etc, con hermosas portadas de enfatizados recercos, cornisas y áticos, rejería y piedras armeras, como los que presentan las calles Pío IX y Calvo Sotelo, con casonas hidalgas correspondientes a los siglos XVII y XVIII.Pues bien, cuando el 9-04-1609 el rey español Felipe III dictó el Bando general de expulsión definitiva de España de los moriscos, dicha orden fue luego sucesivamente ejecutada por medio de otros Bandos menores de expulsión según las zonas o regiones en las que los mismos habitaban. Y según refiere el historiador Antonio Domínguez Ortiz, en referencia a lo que en la época de expulsión dejara escrito Luis Cabrera de Córdoba en sus llamadas “Relaciones”, quien vivió desde 1569 a 1623 y fue diplomático y cronista real durante el reinado de los reyes de España Felipe II y Felipe III, en la página 396 de las mismas, entre otras cosas, escribe en una “Relación” fechada en febrero de 1610 en la que recoge informaciones llegadas a la Corte sobre la expulsión de los moriscos de Andalucía, Murcia y Hornachos, y el mismo refiere en sus crónicas las vicisitudes que corrieron los moriscos de Hornachos al ser expulsados, que fueron las mismas que los de los demás lugares que se tuvieron que marchar.Textualmente dicho cronista refiere: “En esta villa extremeña (en Hornachos) se han hecho muchos castigos por las muchas muertes y delitos cometidos contra los cristianos viejos. En Sevilla y su tierra, y también en Granada, donde hay personas muy ricas y con oficios muy honrados, se demandó exceptuar de la expulsión a los descendientes de cristianos viejos aunque tengan raza de moriscos por las hembras, ni los que descienden de moros de Berbería, ni de turcos que se vinieron a convertir, ni los que tienen privilegios por servicios hechos a reyes pasados, que son muy antiguos en España y han conservado con buen nombre, que son llamados mudéjares. Y asimismo se ha escrito a los obispos que reserven los que tuvieren aprobación de buenos cristianos”. Es decir, lo anterior revela que lo mismo en Hornachos que en las demás lugares de donde los moriscos fueron deportados hacia la entonces Berbería (Marruecos), no fueron expulsados todos los que había, pese a los muchos que tuvieron que marcharse, sino que quedaron, sobre todo, los mudéjares, que fueron los que estaban más integrados con los cristianos, por haber sido los primeros que se quedaron a vivir con estos últimos tras que fuera reconquistada la localidad. Y en la página 389 se recoge: “ Se ha hecho el viaje tercero, que son más de 70.000 los que han salido del reino, y las galeras se han recogido para no navegar más este invierno, y servirán los navíos que se han traído de Portugal y otras partes para pasar los moriscos que quedan, que dicen serán más de 40.000, y que se cree que, acabados de llegar todos, irá S.M. a aquel reino para concertar muchas cosas que tendrán necesidad de remedio, por quedar dicho reino muy afligido y maltratado”.El 11-04-1609, anotaba Cabrera en la página 367 de su “Relaciones”: “Se ha dicho que ciertos moriscos habían pasado a África con embajadas de los demás al rey Muley Cidán, ofreciéndole 60.000 hombres armados en España y mucho dinero, y que se hallaban allí otros embajadores de parte de las Islas que le ofrecieron los navíos que quisiese, aunque fuese por hacer un puente y atravesar el Estrecho de Gibraltar; lo cual, aunque no haya de tener efecto, no puede dejar de dar cuidado acá”. Pero el 9 de mayo anotaba que Muley Cidán “se había reído de la embajada de los moriscos, porque le interesaba estar a buenas con el rey de España, dado que su opositor el rey de Fez, había llegado a España con solicitud de ayuda y Felipe III lo había acogido con su séquito en Carmona, haciéndolo a costa de todos, en que se gastan 300 escudos cada día, y se ha ordenado a los señores que cayeren en el camino por donde pasará para venir desde el Algarbe a Carmona que le aposenten y lo hagan a costa de todos”. La expulsión de los moriscos a Berbería estaba ya decidida por deliberación del Consejo de Estado de 4 de abril, basándose precisamente en el cambio dinástico ocurrido en Marruecos; pero el secreto del acuerdo fue bien guardado. Y detalles que nos refieren otras crónicas de Luis de Córdoba vienen a revelarnos los bienes tanto en metálico como en especie que a los moriscos se les dejaba sacar de España, así como el hecho muy significativo de que, concretamente los de Hornachos tuvieron que pagar menos derechos que los expulsados de otros lugares. Así, en la página 39 de la “Relación” escrita el 13-03-1610, se dice: “La expulsión de los moriscos de Andalucía, Granada y Murcia pasa delante; y se entiende que, por más guarda y cuidados que se ponen para que no se saquen oro ni plata, sacan mucho por las vías secretas que ellos saben, y porque no les quiten los hijos de siete años abajo encaminan todos su embarcación para Francia e Italia, y el lugar de Hornachos sólo pagó 22 ducados de derechos, y asimismo se van muchos de aquí (de Madrid) con las mercaderías que han sacado, y ha habido moriscos de Sevilla que han pagado de flete 4.000 ducados...Con la licencia que se ha dado a los de Castilla la Vieja y la Nueva, Extremadura y La Mancha, todos registran lo que llevan en Burgos delante del conde Salazar, y se les han tomado más de 50.000 escudos de oro y joyas que llevaban escondidos, y cadenas dentro de sogas de esparto, y por excusar estas cautelas han dado orden que se les deje sacar oro y plata la mitad de lo que registraren y lo otro quede para S.M. porque también encarecían mucho las mercancías que sacaban. Y como se ve la voluntad con que se van, y que cada día crece el número de los que van saliendo, se les ha prorrogado el término de veinte días más, pues es mejor que salgan con suavidad y de su voluntad que no a la fuerza, si bien se conocerá la falta que harán en el encabezamiento de las alcábalas y otras rentas reales”.Pero no sólo los moriscos que salieron para el Norte de África lo hicieron hacia Marruecos, sino también a Túnez y Argelia. Así, en otra “Relación” de 20-12-1609, el cronista recoge que el conde de Aguilar, general de Orán, escribía: “Que era grande el número de moriscos que se habían quedado en aquella ciudad, porque se adentraban los alarbes (nómadas), los robaban y mataban; lo habían visitado 20 de los llegados de Valencia, de los más principales, diciéndole que eran cristianos, y que no habían conocido la verdad hasta que han visto las abominaciones de los moros de aquella tierra, y querían morir como cristianos. Pusiéronlos presos, y se espera la orden que se dará sobre ellos”. (Próximo lunes, los moriscos de Hornachos en Rabat).

jueves, 12 de febrero de 2009

El epitafio perdido de Al Mansur

HISTORIA ARQUEOLÓGICA
Una nueva publicación de la Academia de la Historia y una conferencia hacen revivir la historia arqueológica de la inscripción funeraria del fundador de los aftasidas
Mercedes B. Timón - Hoy Digital
Constituye el principal enigma de la arqueología de la capital pacense. Los arqueólogos se refieren a él como «el epitafio perdido de Al Mansur» y se trata probablemente de la pieza histórica procedente de Badajoz cuya existencia se ha recogido con más profusión en catálogos arqueológicos de toda Europa. Afortunadamente. Porque esta piedra, que es una de las más estudiadas y mejor documentadas de toda España y de la que ya hay noticias escritas a comienzos del siglo XVIII, desapareció luego para convertirse en un misterio que no ha dejado desde entonces de interesar a los especialistas.El epitafio perdido del rey Al Mansur debía superar al menos en cuatro veces el tamaño de otra inscripción funeraria relativa al mismo rey y que sí se conserva actualmente en el Museo Arqueológico de Badajoz.
En el epitafio perdido se citaba el nombre de Al Mansur y también el día de su muerte, su cronología vital y se expresaban algunas recomendaciones piadosas. En el mundo islámico, este tipo de piezas solían estar vinculadas al lugar de la muerte del personaje al que se refieren, pero no hay forma de saber por las referencias existentes sobre la de Al Mansur si ésta fue reutilizada para la construcción de una iglesia en la Alcazaba pacense o estaba próxima al lugar de un hipotético enterramiento de los reyes de taifas que reinaron sobre Badajoz.Entre la mucha documentación existente del desaparecido epitafio de Al Mansur se conservan dos dibujos que reproducen su texto.RecopilaciónLa historia del epitafio perdido ha vuelto a la actualidad a raíz de una conferencia que el pasado sábado pronunciaron en el Museo Arqueológico de Badajoz los profesores Isabel Rodríguez Casanova y Alberto Canto García. Ambos pertenecen a la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Rodríguez Casanova es doctora en Prehistoria y Arqueología y Canto García es profesor titular de Arqueología y Numismática. 'Avatares de una inscripción aftasí' fue el subtítulo que pusieron a su conferencia para hablar de esta inscripción que fue documentada por última vez en la Iglesia de Calatrava de la Alcazaba de Badajoz, cuyos restos son hoy visibles frente a la entrada de la Biblioteca Regional.Alberto Canto se muestra escéptico sobre la posibilidad de que se pueda encontrar algún día la lápida perdida y no quiere elucubrar sobre lo que califica como «arqueología ficción». Lo más probable es que la pieza esté rota. Debió desaparecer en el periodo comprendido entre 1827 y 1845. En la primera fecha, la piedra estaba todavía situada en la Iglesia de Calatrava. Allí se hicieron excavaciones en 1845 y ya entonces se da cuenta de su desaparición. La leyenda dice que podría estar incorporada a los cimientos del Hospital Militar, donde hoy se ubican la Biblioteca Regional y la Facultad de Biblioteconomía.Fundador :Trabajos sobre este epitafio se conocen desde comienzos del siglo XIX, ya que se hicieron traducciones modernas sobre su contenido. Alberto Canto dice que la novedad del trabajo emprendido junto con la profesora Rodríguez Casanova es que nunca se había estudiado en su conjunto la totalidad de la documentación existente sobre el mismo. Los dos profesores contactaron con este tema a raíz de su participación en la elaboración de un libro que ha publicado la Real Academia de la Historia sobre su colección epigrafiada. Les interesó, y continuaron con el rastreo de la peripecia de la esquiva pieza arqueológica. Sobre el epitafio escribieron en su día autores prusianos, suecos, italianos y franceses. También fue objeto de algunos de los primeros estudios sobre epigrafía que hicieron los ilustrados españoles. Los dos profesores de la Autónoma decidieron entonces reconstruir toda la investigación existente en torno a esta pieza y el resultado fue expuesto el pasado sábado en la conferencia del Museo Arqueológico pacense. «Pensamos que es de justicia histórica que quienes tengan la primera información de este tipo de cosas sean los ciudadanos de Badajoz», dice Alberto Canto.Al Mansur: Al Mansur fue el fundador de la dinastía aftasida que gobernó sobre la actual capital pacense. Sucedió a Sapur, que fue el primer rey taifa de Badajoz y había muerto en el año 1022. Alberto Canto dice de Al Mansur que «fue un personaje importante, porque da autonomía a uno de los más importantes reinos de taifas junto con el de Sevilla, con el cual tiene algunos enfrentamientos, y con los de Valencia y Zaragoza. Sin duda es uno de los reinos más importantes del oeste de la península Ibérica junto con toledanos y sevillanos. Fue uno de los pocos monarcas de los que se ha conservado la inscripción funeraria». Alberto Canto hizo una campaña de prácticas arqueológicas en la Alcazaba de Badajoz en su época de estudiante y también ha hecho estudios sobre la colección de monedas del Arqueológico. Sus excavaciones fueron anteriores a la campaña que hace años dejó al descubierto la planta de la Iglesia de Calatrava, donde el epitafio perdido de Al Mansur fue visto por última vez. Sobre las posibilidades arqueológicas que aún ofrece la Alcazaba de Badajoz dice que cuenta con la ventaja de que hay mucho sitio para trabajar y está exento de la presión de las construcciones urbanas. «Quedan bastante cosas que se podrían investigar, pero la pregunta sobre cuáles son ellas debería responderla la Consejería de Cultura, que es la que tiene autoridad y potestad y criterios de trabajo», dice el profesor Canto.Preguntado sobre qué lugar ocuparía la Alcazaba de Badajoz en un ranking sobre las existentes en la Península dice que eso carece de sentido. «Todas son importantes en su lugar y en su momento. Pero, desde luego, es una de las fortificaciones más importantes, no sólo de época islámica sino de siglo posteriores y de las más impresionantes de toda Extremadura. Tiene y ha tenido siempre muchas posibilidades de investigación».