03/08/2020
Un articulo del arqueológo Fernando Valdés, publicado en cuatro partes en su columna semanal en el Periódico de Extremadura -
Mezquita (I)
Abombo y platillo, y sin mascarilla, Diputación y Ayuntamiento han anunciado su acuerdo para rehabilitar el antiguo colegio de San Pedro de Alcántara, parte segregada de la iglesia y, después, cuartel de San Agustín, y convertirla, por fin, en Escuela de Artes y Oficios. Los acuerdos siempre son buenos y si se dan entre instituciones públicas que se miran de reojo desde tiempo atrás, miel sobre hojuelas. Eso redunda en beneficio de los ciudadanos. De toda la ciudad, al fin y al cabo.
Dicho lo cual, me cabe añadir alguna consideración, como aviso a navegantes. El citado colegio formó parte antaño del conjunto de San Agustín. Es de conocimiento público que hace años llevé un estudio, con mis alumnos de la Facultad de Arquitectura de Berlín, para llegar a discernir, sin mover tierra y mediante planimetría muy detallada, si esa iglesia y parte de sus dependencias anejas se levantan sobre lo que fuera mezquita mayor de Batalyaws. Los datos de que disponemos sobre aquél edificio no pasan de alguna información muy vaga y evidente. Y la mezquita de la Alcazaba no era la mayor de la población; difícilmente podía serlo. Las conclusiones fueron afirmativas, con cierto margen de duda en cuestiones concretas. Lo más seguro es que al menos dos terceras partes de la actual torre fueran alminar y que quedaba una esquina de la aljama, transformada en capilla, perfectamente visible en el extremo del templo. Después, la Junta habiéndolo discutido en la comisión técnica correspondiente dio permiso y, creo, pagó la restauración de las cubiertas. Nadie se encomendó a Dios ni al Diablo y se revocó y regularizó el ángulo conservado de la mezquita. Eso no estaba claro en el proyecto, pero se hizo así. Y nadie se dignó, pudiendo, preguntar o consultar las publicaciones, que ya eran públicas, donde se explicaban los fundamentos de la teoría. Los datos aparecieron en, al menos, dos trabajos.
Por cierto, de paso que estudiamos la iglesia también lo hicimos en el antiguo colegio, ya vacío, y con su claustro. Contaré las conclusiones, otra vez. Espero que los técnicos se enteren y que la burocracia no ignore las evidencias y se vuelva a meter la pata sin garantías de rectificación. Infórmense.
Mezquita (II)
El proceso de conversión de las mezquitas en iglesias, después de la conquista de las ciudades andalusíes no seguía una pauta fija en todas partes. Dependía de la categoría de la población y, en mucha medida, de la importancia ideológica del edificio y, también, de su valor arquitectónico. No era un problema de respeto, era una cuestión económica. Si el edificio merecía la pena era más barato y práctico conservarlo y transformarlo, según las disponibilidades financieras de cada cabildo y el modo en que negociase la edificación de capillas para enterramiento de las familias nobles, previo pago, claro está. Una catedral era también un negocio. Por eso el proceso no fue igual en Sevilla, en Córdoba, en Toledo o, sin ir más lejos, en Badajoz, por citar ejemplos de capitales importantes.
El poderoso cabildo de Sevilla se pudo permitir el lujo de derribar la imponente de la ciudad, conservando apenas el alminar y parte del patio. El no tan potente de Córdoba se encontró con el enorme valor simbólico de la mezquita mayor y con la calidad arquitectónico del propio monumento. Planes hubo de derribarlo, imaginen, pero acabó por imponerse el sentido común y la autoridad del Rey. Sin embargo, en Toledo, capital mítica de Hispania, la mezquita mayor había sido templo cristiano, o se había construido sobre uno, y, después de 1085, ese lugar volvió a ser catedral de la “sedes toletana”. No se derribó inmediatamente. Las naves del oratorio musulmán se conservaron como núcleo de la nueva construcción y se fueron rodeando, con cierta homogeneidad, preservando el patio, hasta formar un bloque arquitectónico.
Cuando el Cardenal Cisneros, a comienzos del XVI, decidió ampliar el monumento hacia los pies y edificar el trascoro se derribaron las antiguas naves de la aljama y se sustituyeron por las impresionantes góticas que vemos hoy. Se fagocitó la sala de oración musulmana, hasta hacerla desaparecer y se reutilizaron sus columnas en la decoración del nuevo elemento. Pues bien, en Badajoz, en San Agustín, ocurrió aproximadamente lo mismo, aunque, hasta donde se ha publicado, carecemos de constancia escrita. Otra cosa es la documentación arqueológica, basada en el análisis arquitectónico.
Mezquita (III)
Hay bastantes indicadores arqueológicos que a estas alturas señalan cómo Batalyaws, a pesar de las informaciones suministradas por los cronistas árabes, era una ciudad de unas proporciones bastante reducidas, incluso durante el reino taifa de los Aftasíes. Todos los autores que hablan de esta población son tardíos y la mayoría ni siquiera la visitó. Solo el magrebí al-Idrisi estuvo aquí y, curiosamente, reparó en el tamaño del Arrabal Oriental, más grande que el resto de la plaza. Por algo sería. Claro está, tuvo mezquita mayor y sin duda alguna más pequeña, de barrio. Pero ni aquélla debía ser tan grande, ni las otras, tan numerosas. Quien lo contó, al-Himyari, copió la noticia de un documento anterior y tenía la intención de subrayar el carácter islámico del sitio. Solo eso.
¿Dónde se situaba la aljama de Batalyaws? Con toda probabilidad en un punto central del casco urbano de entonces. Eso deja poco margen a la especulación. Porque la trama árabe se conserva fosilizada en grandes zonas. El lugar que más papeletas reúne es, precisamente, la actual iglesia de San Agustín. Es un argumento más, por exclusión, para apoyar la hipótesis arqueológica a la que ya aludí columnas atrás. El oratorio que localizamos hace años en el interior de la Alcazaba -la más descuidada de España- nunca pudo ser aljama. Sus dimensiones eran muy exiguas, constituía una dependencia de un edificio residencial y estaba dentro de una zona militar a la que no podía acceder nadie que no estuviese autorizado. Repárese en el hecho de que Alfonso I de Portugal y Giraldo Sempavor no pudieron tomar la fortaleza porque la defendía una guarnición de soldados exclusivamente almohades. Si Alfonso IX mandó elevar allí, en 1230, la catedral de Santa María de la Sée no fue, como ha razonado algún entendido, porque el pequeño oratorio fuese aljama, sino porque no estaba seguro de poder conservar la plaza con las reducidas fuerzas de que disponía. El templo cristiano no era solo un lugar de culto, era, también, un elemento defensivo. Así pues, el cálculo teórico de la ubicación de la mezquita lleva a San Agustín. Si se hubiera levantado donde después la catedral de San Juan ¿no lo hubiera señalado algún cronista?
Mezquita (y IV)
Digamos, en definitiva, que si no conserváramos algo más de la mitad de la torre de San Agustín, ni la esquina sudeste del muro de la cabecera del primer oratorio, elementos maltratados o ignorados por una reparación inconsciente y poco respetuosa, la propia centralidad de la ubicación del edificio en la trama urbana del primer Batalyaws y algún detalle más permitirían plantear una hipótesis convincente sobre la antigua presencia de la aljama.
La ignorancia de las investigaciones ajenas es menos llamativa por lo que tiene de desprecio de opiniones técnicas bien fundadas que de poca sensibilidad por la que es una de las iglesias más antiguas de la ciudad. Los responsables sabrán por qué. Solo algún aficionado ajeno a la administración trajo e hizo pasar por allí a un colega extranjero, para asesorarse al respecto, quizás con buena voluntad. No es poco en nuestro panorama de preocupaciones patrimoniales. Pero no me cabe duda de que en ciertas esferas no gustó eso de que se conservara parte de una mezquita bajo la iglesia.
No entiendo el motivo. ¿De qué tienen miedo? ¿Piensan que los musulmanes van a reclamarla? Me parecen tan absurdas las preguntas como las hipotéticas respuestas. Todavía estamos en esas.
Un último detalle. Si la mezquita mayor de Batalyaws se ubicaba donde pienso, había de tener un patio. Y, si se cumplen los cánones conocidos en este tipo de obras religiosas, se localizaría en su lado norte. Justo donde se levanta el antiguo claustro de la iglesia y, casi hasta ahora, el patio del colegio de San Pedro de Alcántara.
Podemos deducir, por lo tanto, que ese publicitado proyecto de rehabilitación, cuya intervención arquitectónica corre a cargo del Ayuntamiento, debiera ser muy cuidadoso en sus actuaciones. Hacer un estudio arqueológico previo, serio y por técnicos competentes. Y, claro, con transparencia procedimental.
Si tengo razón, me lo agradecerán. Badajoz habrá ganado Patrimonio Cultural. Si no la tengo, no se pierde nada. No es un delito actuar con cuidado en un tema arqueológicamente delicado. Se trata de hacer las cosas bien, ¿no es así? Y, por cierto, el colega portugués consultado parece haberse encogido de hombros. ¿Qué esperaban que hiciera?