lunes, 18 de marzo de 2013

HISTORIA


Badajoz , 11 / 03 / 2013  Profesor Fernando Valdés

                             Foto : Alberto Cordero

Ya se acerca la Feria del Libro. Si el tiempo lo permite, además de celebrarla, creo que vamos a poder asistir a algún acontecimiento editorial. No digo más. Aparecerá un libro relacionado con la historia de Badajoz que hacía falta. Tiene relación, entre otras cosas, con el nombre de nuestra ciudad, que fue cosa muy debatida en otros tiempos, por mor de las primacías diocesanas. Beja y Badajoz pelearon o, mejor, sus canónigos, por atribuir a una u otra la situación de las romanas “Pax Augusta” y “Pax Iulia”, o las dos. Había que encontrarle a la población una progenie romana, que era lo que molaba.

El nombre Badajoz sería la corrupción de uno u otro y los culpables de semejante descalabro filológico, los árabes. No iba a ser menos. Pero hubo arabista, o árabe de origen, que pretendió, con la misma falta de argumentos, que Badajoz era la corrupción –esta vez debida a los invasores neogóticos- de “bab al-yawz”, la puerta del nogal. Y eso sin que nadie supiera dónde quedaba semejante acceso, ni por qué un nogal en vez de, por ejemplo, un ailanto. Árbol emblemático donde los haya. Aquí crecen solos sobre cualquier monumento, con frenesí encomiable y sin reacción municipal aparente.

Pues, volviendo a lo nuestro, ni latinistas, ni arabistas tenían razón. Fue el insigne historiador don Ramón Menéndez-Pidal quien dio en el clavo. La palabra es prerromana. Que es como decir perteneciente a un pueblo desconocido. Alguien pensaría que eran celtas, pero eso, entusiasmos aparte, está por demostrar. Y tampoco sabemos qué significaba. Vamos, que sólo sabemos que no sabemos.

Yo podría aventurar que Badajoz significaba, en su forma primigenia, “lugar donde abundan los historiadores”. Seguramente estaré confundido. Creo que los almohades ya tuvieron problemas porque una asociación de Amigos de Batalyús se quejó al califa de que, con su ampliación, estaban destrozando la hermosa alcazaba de los aftasíes. ¿Dónde vamos allegar con tantas rehabilitaciones?, decían, en árabe. - Claro, como son almohades se pasan la Ley del Patrimonio que nos dejaron los califas omeyas  por el arco de herradura. Apuntada, por supuesto.

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