Badajoz , 11 / 03 / 2013 Profesor Fernando Valdés
Foto : Alberto Cordero
Ya se acerca la Feria del
Libro. Si el tiempo lo permite, además de celebrarla, creo que vamos a poder
asistir a algún acontecimiento editorial. No digo más. Aparecerá un libro
relacionado con la historia de Badajoz que hacía falta. Tiene relación, entre
otras cosas, con el nombre de nuestra ciudad, que fue cosa muy debatida en
otros tiempos, por mor de las primacías diocesanas. Beja y Badajoz pelearon o,
mejor, sus canónigos, por atribuir a una u otra la situación de las romanas
“Pax Augusta” y “Pax Iulia”, o las dos. Había que encontrarle a la población
una progenie romana, que era lo que molaba.
El nombre Badajoz sería la
corrupción de uno u otro y los culpables de semejante descalabro filológico,
los árabes. No iba a ser menos. Pero hubo arabista, o árabe de origen, que
pretendió, con la misma falta de argumentos, que Badajoz era la corrupción
–esta vez debida a los invasores neogóticos- de “bab al-yawz”, la puerta del
nogal. Y eso sin que nadie supiera dónde quedaba semejante acceso, ni por qué
un nogal en vez de, por ejemplo, un ailanto. Árbol emblemático donde los haya.
Aquí crecen solos sobre cualquier monumento, con frenesí encomiable y sin
reacción municipal aparente.
Pues, volviendo a lo
nuestro, ni latinistas, ni arabistas tenían razón. Fue el insigne historiador
don Ramón Menéndez-Pidal quien dio en el clavo. La palabra es prerromana. Que
es como decir perteneciente a un pueblo desconocido. Alguien pensaría que eran
celtas, pero eso, entusiasmos aparte, está por demostrar. Y tampoco sabemos qué
significaba. Vamos, que sólo sabemos que no sabemos.
Yo podría aventurar que
Badajoz significaba, en su forma primigenia, “lugar donde abundan los
historiadores”. Seguramente estaré confundido. Creo que los almohades ya
tuvieron problemas porque una asociación de Amigos de Batalyús se quejó al
califa de que, con su ampliación, estaban destrozando la hermosa alcazaba de
los aftasíes. ¿Dónde vamos allegar con tantas rehabilitaciones?, decían, en
árabe. - Claro, como son almohades se pasan la Ley del
Patrimonio que nos dejaron los califas omeyas por el arco de herradura. Apuntada, por
supuesto.
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