Por una obra anónima, la Crónica Latina o mozárabes del 754, las ciudades que pasaron a manos musulmanas mediante la firma de pactos o tratados de capitulación, apenas vieron perturbados sus quehaceres cotidianos, prueba de la normalidad con la que se llevaron estos cambios.
la etapa islámica de Mérida se incia dos años después de derrota de D. Rodrigo , último rey visigodo ,ante las tropas musulmanas dirigidas por Tarek Bin Ziad , cuando el gobernador del norte de Africa Músa ibn Nusayr , se presenta ante las murallas de la ciudad con un ejército compuesta por más de 17.000 hombres , la mayoría de origen árabe .
Esta nueva etapa histórica de la ciudad se inscribe en el nacimiento y desarrollo de una nueva civilización, la islámica, que sería durante los siguientes cuatrocientos años la que marcó el rumbo a seguir en buena parte del mundo conocido.
Tras seis meses de duro asedio se entregó la ciudad el30 de junio de 713 de C (1 de Shawall del año 94 h.) respetando la integridad de sus habitantes y bienes, con las siguientes condiciones: que todas las propiedades de la iglesia habrían de pasar a manos de Musa, que se tomarían las propiedades de los emeritenses huidos así como los que hubieran muerto en combates (pues se les atribuían delitos de sangre) para el pago de la tropa.
Además, se permite abandonar la ciudad a quien lo desde con los bienes que pueda acarrear, pero perderá entonces sus posesiones.
Por una obra anónima, la Crónica Latina o mozárabes del 754, las ciudades que pasaron a manos musulmanas mediante la firma de pactos o tratados de capitulación, apenas vieron perturbados sus quehaceres cotidianos, prueba de la normalidad con la que se llevaron estos cambios.
La sociedad derivada de este nuevo Estado estaría encabezada por la comunidad de creyentes ( umma) que estaba integraba por la minoría árabe, los bereberes o tribus procedentes del norte de África y los muladíes o conversos al Islam. A continuación se situarían los (dimmies) protegidos o gentes del Libro (cristianos y judíos) los cuales tenían que pagar una cuota, en metálico o en especie, a las autoridades, impuestas, primero desde Damasco y, más tarde , desde Córdoba. De este modo, la comunidad cristiana mantendría su sede arzobispal en la medina hasta mediados del siglo IX, al igual que tenemos constancia de una reducida colonia hebrea. Durante el gobierno de Uqba octavo walÍ o gobernador de al-Andalus, se garantizó a las gentes de cada religión ser juzgadas de acuerdo a sus leyes. Tanto esto como los esfuerzos por regularizar los impuestos ayudan a explicar la autonomía interna de que gozaban las comunidades cristianas y judía durante estos primeros momentos.
Las fuentes historiográficas islámicas y cristianas no narran ningún acontecimiento que viniera a romper los acuerdos alcanzados tras la toma de la ciudad, por los menos hasta la consolidación del emirato, ya durante la novena centuria. Durante la primera mitad del siglo VIII únicamente podemos Destacar el enfrentamiento que exista entre las diferentes tribus árabes asentadas en el territorio, o entre los árabes del primer momento de la conquista (baladíes) contra las tropas sirias enviadas a al-Ándalus a consecuencia de la insurrección bereber del año 741, que tendría en las proximidades de Mérida un foco de revueltas. Ya en la segunda mitad del siglo VIII, el gobernador de al-Ándalus, Yusuf al-Fihri, buscará el apoyo de los habitantes de la ciudad en su enfrentamiento contra el príncipe de la dinastía omeya Abd al-Rahman I , que a la postre resultará vencedor e instaurará el emirato independiente de al-Ándalus en el 756 d.C/139 h. A la muerte de éste, su hijo Hisam que se encontraba como gobernador de la ciudad, será nombrado nuevo emir de al-Andalus.
Durante esta etapa asistimos a un incremento constructivo, puesto de manifiesto en una serie de palacetes que se encuentran situados en los espacios ocupados con anterioridad por los templos romanos y en franjas de terreno próximas al interior de la muralla. Estos poseen una clara influencia arquitectónica sirio-omeya, que vienen a mostrar el interés demostrado por esta dinastía por afianzar su poder en la ciudad.
En esta primera fase del emirato andalusí no se producen noticias de relevancia con relación a Mérida, pero sí respecto a su territorio, donde se alzarán algunos jefes tribales de origen bereber contra la política impuesta desde Córdoba. Con la proclamación de Al-Hakam I como nuevo emir, se va a introducir una nueva corriente teológica, el malikismo, que pervivirá en al-Ándalus hasta su final, sobresaliendo personajes de gran relevancia en el mundo de la jurisprudencia. Con este emir y sucesores asistimos a un incremento de los impuestos, que va a afectar a los sectores artesanales e industriales y a los grandes propietarios latifundistas y que desencadenarán una serie de revueltas protagonizadas por miembros de población muladíes y tribus bereberes, muy numerosas en el alfoz de Mérida.
En una de estas sublevaciones, acaecida en el 835 d.C/220h., se construirá la alcazaba de la ciudad, que unida a otros actos iría configurando un nuevo urbanismo, que perdurará hasta la toma y arrasamiento de la medina por el emir Muhammad en el levantamiento del año 868 d.C/245h. Este suceso influirá decisivamente en la fundación de Badajoz por Ibn Marwan al-Ylliqi con el beneplácito en el futuro político-administrativo y social de Marida que quedaría huérfana de población la recién fundada medina, mientras que los segundos emigrarán en buena medida hacia el noroeste peninsular. Tras este suceso, lo que resta de la ciudad será tomado en 876 por miembros de la tribu bereber de los masmuda, que procedentes de la zona de Coímbra, Coria y Egitania se harían fuertes durante más de cincuenta años.
En el año 929, ‘Abd al-Rahman Ш asume el título de califa de al-Ándalus. Su primera medida es acabar con los desordenes y hacer efectiva la autoridad estatal en todo el país, consiguiendo así el esplendor político que marcará la influencia andalusí por todo el norte cristiano y el Magreb.
Durante este mismo este mismo año, Mérida vuelve a depender de Córdoba, que nombrará gobernadores que ejercerán su cargo en una extensa Cora.
El sur de al-Ándalus estaba dividido en coras o provincias, Mérida será sede de un extenso territorio, pero perderá importancia como capital de la marca inferior que se decantará a favor de Badajoz que, a final del califato (S.ХЦ), se convertirá en ciudad más importante de esta franja de oeste de al-Ándalus. Con el reino taifa de Badajoz, Mérida pierde todo el protagonismo y da inicio su lento, pero irreversible declinar, que marcará su impronta venidera hasta bien entrado el siglo ХІX.
Bajo el periodo de los imperios norteafricanos, Almorávides y Almohades (finales del S. ХІ-primer tercio del ХШ), Mérida figura en los textos historiográficos como una ciudad de frontera y centro de comunicaciones, que tendría en su puente sobre el Guadiana a su más importante valedor. Así figura en los relatos de viajeros, geógrafos e historiadores árabes y cristianos, que narran en sus crónicas la importancia pasada de una urbe venida a menos. El registro arqueológico en los últimos años viene a ratificar lo emanado de las fuentes escritas, así, su perímetro amurallado se ve reducido a un primigenio, las construcciones de carácter domestico se levantan generalmente con materiales pobres y el único edificio destacable de la medina es su alcazaba, la cual sufrirá algunas reformas poliorcéticas adaptadas a los nuevos avances de la ingeniería militar de la época, poco antes de ser conquistada por los huestes del rey Alfonso ІХ de león.
Nota : este articulo ha sido publicado en Boletin Informativo del Consorcio de la Ciudad Monumental , Histórica y Arqueológica de Mérida – Nº 49 – Octubre 2007Esta nueva etapa histórica de la ciudad se inscribe en el nacimiento y desarrollo de una nueva civilización, la islámica, que sería durante los siguientes cuatrocientos años la que marcó el rumbo a seguir en buena parte del mundo conocido.
Tras seis meses de duro asedio se entregó la ciudad el30 de junio de 713 de C (1 de Shawall del año 94 h.) respetando la integridad de sus habitantes y bienes, con las siguientes condiciones: que todas las propiedades de la iglesia habrían de pasar a manos de Musa, que se tomarían las propiedades de los emeritenses huidos así como los que hubieran muerto en combates (pues se les atribuían delitos de sangre) para el pago de la tropa.
Además, se permite abandonar la ciudad a quien lo desde con los bienes que pueda acarrear, pero perderá entonces sus posesiones.
Por una obra anónima, la Crónica Latina o mozárabes del 754, las ciudades que pasaron a manos musulmanas mediante la firma de pactos o tratados de capitulación, apenas vieron perturbados sus quehaceres cotidianos, prueba de la normalidad con la que se llevaron estos cambios.
La sociedad derivada de este nuevo Estado estaría encabezada por la comunidad de creyentes ( umma) que estaba integraba por la minoría árabe, los bereberes o tribus procedentes del norte de África y los muladíes o conversos al Islam. A continuación se situarían los (dimmies) protegidos o gentes del Libro (cristianos y judíos) los cuales tenían que pagar una cuota, en metálico o en especie, a las autoridades, impuestas, primero desde Damasco y, más tarde , desde Córdoba. De este modo, la comunidad cristiana mantendría su sede arzobispal en la medina hasta mediados del siglo IX, al igual que tenemos constancia de una reducida colonia hebrea. Durante el gobierno de Uqba octavo walÍ o gobernador de al-Andalus, se garantizó a las gentes de cada religión ser juzgadas de acuerdo a sus leyes. Tanto esto como los esfuerzos por regularizar los impuestos ayudan a explicar la autonomía interna de que gozaban las comunidades cristianas y judía durante estos primeros momentos.
Las fuentes historiográficas islámicas y cristianas no narran ningún acontecimiento que viniera a romper los acuerdos alcanzados tras la toma de la ciudad, por los menos hasta la consolidación del emirato, ya durante la novena centuria. Durante la primera mitad del siglo VIII únicamente podemos Destacar el enfrentamiento que exista entre las diferentes tribus árabes asentadas en el territorio, o entre los árabes del primer momento de la conquista (baladíes) contra las tropas sirias enviadas a al-Ándalus a consecuencia de la insurrección bereber del año 741, que tendría en las proximidades de Mérida un foco de revueltas. Ya en la segunda mitad del siglo VIII, el gobernador de al-Ándalus, Yusuf al-Fihri, buscará el apoyo de los habitantes de la ciudad en su enfrentamiento contra el príncipe de la dinastía omeya Abd al-Rahman I , que a la postre resultará vencedor e instaurará el emirato independiente de al-Ándalus en el 756 d.C/139 h. A la muerte de éste, su hijo Hisam que se encontraba como gobernador de la ciudad, será nombrado nuevo emir de al-Andalus.
Durante esta etapa asistimos a un incremento constructivo, puesto de manifiesto en una serie de palacetes que se encuentran situados en los espacios ocupados con anterioridad por los templos romanos y en franjas de terreno próximas al interior de la muralla. Estos poseen una clara influencia arquitectónica sirio-omeya, que vienen a mostrar el interés demostrado por esta dinastía por afianzar su poder en la ciudad.
En esta primera fase del emirato andalusí no se producen noticias de relevancia con relación a Mérida, pero sí respecto a su territorio, donde se alzarán algunos jefes tribales de origen bereber contra la política impuesta desde Córdoba. Con la proclamación de Al-Hakam I como nuevo emir, se va a introducir una nueva corriente teológica, el malikismo, que pervivirá en al-Ándalus hasta su final, sobresaliendo personajes de gran relevancia en el mundo de la jurisprudencia. Con este emir y sucesores asistimos a un incremento de los impuestos, que va a afectar a los sectores artesanales e industriales y a los grandes propietarios latifundistas y que desencadenarán una serie de revueltas protagonizadas por miembros de población muladíes y tribus bereberes, muy numerosas en el alfoz de Mérida.
En una de estas sublevaciones, acaecida en el 835 d.C/220h., se construirá la alcazaba de la ciudad, que unida a otros actos iría configurando un nuevo urbanismo, que perdurará hasta la toma y arrasamiento de la medina por el emir Muhammad en el levantamiento del año 868 d.C/245h. Este suceso influirá decisivamente en la fundación de Badajoz por Ibn Marwan al-Ylliqi con el beneplácito en el futuro político-administrativo y social de Marida que quedaría huérfana de población la recién fundada medina, mientras que los segundos emigrarán en buena medida hacia el noroeste peninsular. Tras este suceso, lo que resta de la ciudad será tomado en 876 por miembros de la tribu bereber de los masmuda, que procedentes de la zona de Coímbra, Coria y Egitania se harían fuertes durante más de cincuenta años.
En el año 929, ‘Abd al-Rahman Ш asume el título de califa de al-Ándalus. Su primera medida es acabar con los desordenes y hacer efectiva la autoridad estatal en todo el país, consiguiendo así el esplendor político que marcará la influencia andalusí por todo el norte cristiano y el Magreb.
Durante este mismo este mismo año, Mérida vuelve a depender de Córdoba, que nombrará gobernadores que ejercerán su cargo en una extensa Cora.
El sur de al-Ándalus estaba dividido en coras o provincias, Mérida será sede de un extenso territorio, pero perderá importancia como capital de la marca inferior que se decantará a favor de Badajoz que, a final del califato (S.ХЦ), se convertirá en ciudad más importante de esta franja de oeste de al-Ándalus. Con el reino taifa de Badajoz, Mérida pierde todo el protagonismo y da inicio su lento, pero irreversible declinar, que marcará su impronta venidera hasta bien entrado el siglo ХІX.
Bajo el periodo de los imperios norteafricanos, Almorávides y Almohades (finales del S. ХІ-primer tercio del ХШ), Mérida figura en los textos historiográficos como una ciudad de frontera y centro de comunicaciones, que tendría en su puente sobre el Guadiana a su más importante valedor. Así figura en los relatos de viajeros, geógrafos e historiadores árabes y cristianos, que narran en sus crónicas la importancia pasada de una urbe venida a menos. El registro arqueológico en los últimos años viene a ratificar lo emanado de las fuentes escritas, así, su perímetro amurallado se ve reducido a un primigenio, las construcciones de carácter domestico se levantan generalmente con materiales pobres y el único edificio destacable de la medina es su alcazaba, la cual sufrirá algunas reformas poliorcéticas adaptadas a los nuevos avances de la ingeniería militar de la época, poco antes de ser conquistada por los huestes del rey Alfonso ІХ de león.