sábado, 22 de junio de 2013

Aftasíes

Badajoz , 20/06/2013  - Profesor Fernando Valdés 


Vuelve a invocarse el espíritu de los Aftasíes para conmemorar que Batalyaws, una ciudad desaparecida, fue importante durante casi un siglo. Habría que decir, mejor: tuvo ínfulas de importancia durante casi todo el siglo XI. Porque una cosa es que sus soberanos fuesen cultos –o eso se decía- y otra que la ciudad, sus habitantes, lo fueran. Algo que intentaron comprarse aquellos impostores, usurpadores de una autoridad legalmente solo reservada a los miembros de la tribu del Profeta, fue una genealogía. Quisieron convencer a sus contemporáneos a base de contratar a todo literato venal –o sea, casi todos- de su mucho más que dudoso origen árabe. 

Pero no lo consiguieron. Ellos eran beréberes, aunque, bien es cierto, llegados en los primeros momentos de la conquista de 711. 

Sólo los soberanos de la dinastía de Toledo podían compartir ese mismo honor, que unos y otros intentaban disimular. 

No por una cuestión de vanidad, que también, sino porque en el derecho político islámico ellos no tenían derecho a gobernar. En todos los conflictos, muy frecuentes, entre reinos, los batalyusíes siempre se alinearon en coaliciones antiberéberes, haciendo gala de grandes dosis de hipocresía. Se afeaba a los Ziríes, de Granada, o a los Birzalíes, de Carmona, su origen norteafricano, muy conocido porque pertenecían a grupos que habían pasado hacía muy pocos años a suelo ibérico, para servir como mercenarios en los ejércitos del desaparecido califato cordobés. 

En definitiva, con más o menos tiempo de radicación en al-Andalus, los Aftasíes eran beréberes, les pesase o no. 

Muy adaptados, eso sí, a las condiciones locales; pero, aun siendo musulmanes, sus coetáneos árabes los miraban por encima del hombro.

Muchas de las empresas de los monarcas Batalyusíes, si no la mayor parte, querían justificar su posición política y granjearse un estado de opinión favorable, en el intento de perpetuarse en el tiempo y de consolidar su poder. Nada nuevo, vamos. La jugada les salió mal. Con Badajoz no tuvieron nada que ver; nada. Esta ciudad nuestra se alzó sobre los despojos de la suya. Y, por cierto, está destrozándolos con admirable dedicación. Batalyaws y Badajoz no son lo mismo, sólo comparten solar y ruinas. Cada vez menos ruinas.

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